Mi experiencia en Quanam
Suele decirse que en el rubro del desarrollo de software en Uruguay existe “desempleo cero”, que hay más demanda de trabajadores por parte de las empresas del sector que trabajadores capacitados para satisfacerla. Esto es cierto, pero existen matices. Paso a contar mi experiencia personal para que entiendan a qué me refiero.
Si bien nací en la ciudad de Salto, me crie en Bella Unión, donde hice desde el jardín de infantes hasta el último año de bachillerato.
Al terminar el liceo me enfrenté a la disyuntiva a la que suelen enfrentarse los jóvenes que culminan la educación secundaria: decidir qué carrera seguir y dónde hacerla.
En ese momento no existía ninguna carrera en el rubro de informática en la Regional Norte de la Universidad de la República, por lo que las opciones eran mudarme a Montevideo o estudiar Analista Programador en el centro CTC Salto (Universidad ORT Uruguay).
Dado que utilizo una silla de ruedas, la opción de mudarme a Montevideo se me hacía particularmente difícil.
Para empezar, no había ningún ómnibus con accesibilidad que me permitiera viajar de Bella Unión a Montevideo y viceversa cuando quisiera/pudiera (en este momento sí existe uno que permite hacer este recorrido). Encontrar un alojamiento adaptado para un usuario de silla de ruedas a un precio razonable tampoco es una tarea sencilla.
A esto hay que sumarle la dificultad para trasladarse dentro de la ciudad de Montevideo donde gran parte de los ómnibus no cuenta con accesibilidad (esto ha ido mejorando con el correr del tiempo). Las veredas tampoco suelen estar en buen estado ni tener rampas para cruzar la calle.
Todo esto me llevó a decidirme a hacer la carrera de Analista Programador en la ciudad de Salto, donde me alojaron mis abuelos. Claramente existen otros factores por los que a los jóvenes del Interior se les dificulta irse a estudiar a Montevideo, pero este no es uno del que se hable muy frecuentemente.
El centro CTC Salto donde hice la carrera no estaba preparado en ese momento para usuarios de silla de ruedas, pero amablemente se ofrecieron a hacer las adaptaciones necesarias para que pudiera estudiar allí.
Luego de recibirme, en el año 2011, me dispuse a buscar trabajo. En Bella Unión la industria del software era simplemente inexistente y prácticamente todas las ofertas de empleo en el rubro, tanto del sector público como privado, requerían acudir físicamente a oficinas en la ciudad de Montevideo.
La salida que encontré fue realizar trabajos de forma remota para empresas de la ciudad de Salto. Estos trabajos en muchos casos fueron temporales o precarios y en ninguno de ellos tenía contacto presencial frecuente con el resto de los trabajadores.
Todo esto cambió cuando a finales de 2017 me enteré de que Quanam pretendía armar un equipo de trabajo en Bella Unión.
Resulta que la ingeniera Gigliola Yemini, trabajadora de Quanam originaria de Bella Unión, quería volver a su lugar de origen. Como respuesta a esta inquietud, Quanam no tuvo mejor idea que proponerle crear un equipo de trabajo en esta localidad.
Dado que Quanam integra la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información, decidió plantear el tema en esta organización. Todo esto derivó en la creación del Proyecto Jacarandá y bajo el paraguas de este proyecto, se creó un lindo equipo de trabajo liderado por Gigliola e integrado por Camilo González, Diego Teijeiro, Yesica Bastos y quien escribe. Comenzamos a trabajar en junio de 2018 en las oficinas de Antel.
Esto resultó en un cambio muy positivo en mi vida.
En primer lugar, por primera vez tenía la posibilidad de trabajar en un equipo con el que compartía un espacio físico todos los días. Creo que en estos momentos de distanciamiento físico todos hemos aprendido a valorar el privilegio que esto supone. A esto hay que sumarle la apertura mental y la calidad humana de quienes trabajan en esta empresa. En ningún momento les importó que tuviera una discapacidad más que para ver si necesitaba algo en especial para trabajar cómodamente igual que el resto del equipo.
Además del buen ambiente laboral, puedo destacar otras cosas como el hecho de que la empresa está abierta a apoyar económicamente a aquellos trabajadores que quieran realizar cursos de capacitación (por ejemplo, estudiar inglés) y la realización de eventos en los que nos encontramos todos quienes trabajamos en la unidad (exceptuando lógicamente la situación actual de pandemia), nos ponemos al día con los proyectos en los que está trabajando cada equipo, confraternizamos y nos divertimos mucho.
Tranquilamente puedo decir que Quanam es un gran lugar en el que trabajar.
Alberto Macias
Consultor Data & Analytics